Entrevista a un militar de la Guerra Civil

Ficha

Audio 1 de 1

Signatura

CAÑAS_HOMBRE_ANÓNIMO

Serie

Entrevistas para Tomelloso en la frontera del miedo

1.3. Título

Entrevista a un militar de la Guerra Civil

1.4. Clase de documento

Grabación sonora

1.6. Subtítulo y/o información complementaria

Realizada por Magdalena Aliaga González y Emilia García Bolós

1.7. Mención de responsabilidad

Ayuntamiento de Tomelloso

4.6. Fecha de publicación

1990-sm-sd

5.3. Extensión y designación específica del material

1 audio (mp3):
Parte 1 de 1: 44'04" (56,35 Mb) CAÑAS_CS_12_A

5.4. Otras características físicas

Casete Normal Position, estéreo

7.4.A. Notas que complementan la información de un área determinada

El audio se grabó en 1 cara (de 45') de 1 casete.
En la edición del audio se han cortado los tramos correspondientes al inicio y final de la pista, conservándose exclusivamente la grabación de la entrevista.
Se normaliza el volumen de los audios y se reduce el ruido.
La casete original se conserva en el Archivo Municipal de Tomelloso.

7.4.M. Nota de contenido

Parte 1 de 1: CAÑAS_CS_12_A:

- Cuando inauguraron la Estación de Ferrocarril yo era muy pequeño. La inauguró el Obrero, Francisco Martínez Ramírez. El director era Felipe Torres, viejo, el padre del Felipe de ahora, y mandaba un tal Hurtado. Hace que la inauguraron setenta y cinco u ochenta años. La construyeron unos obreros de Alcázar que estaban en la Renfe y eran albañiles; la Renfe fue quien la construyó.

En el año 1931 vino la República. Ya era yo un hombre. Hubo alguna manifestación, cosa de poco.

Luego en la guerra, ya había regresado del servicio militar y me llevaron a la guerra. Estuve treinta y dos meses en la guerra. En Brunete y en Getafe, seis meses, luego nos llevaron al Alcázar, a Teruel. Más tarde esperábamos en el lado de Sagunto (Valencia). De Tomelloso estábamos cuatro: Rogelio Rosado, Eustasio, el Mella, y Agustín Ruíz. Estuvimos juntos los treinta y dos meses.

- Los que mataron. Cuando el desastre, estuve en Tomelloso, pero venía y me iba. Le pegaron a mi madre y a un tío mío, que era Quirós. Un desastre. Aquel Luis, que era el de la capilla, se agarró a matar gente, se unió con uno que le decían Reyes el Grabador, que era anarquista, de la CNT. Ese tuvo la culpa de que aquí empezaran a matar.

Mataron a José Lozano, a Salvador Marín, a mi tío lo tuvieron esa noche atado con un alambre con Salvador, que eran muy conocidos y muy amigos; los ataban así para que no se escaparan. Los llevaron al cruce de la carretera de La Ossa. Llevaron a once en un camión y luego fueron veinte o veinticinco a matarlos. Mataron a don José Lozano, a su hijo Pepe, a Marín (escribiente de los Camacho), a Macario... Los mataron porque eran fascistas, falangistas, eran los que estaban moviendo la cosa de la Falange aquí. El mayor estaba casado con la Peinado.

Estuvimos allí hasta que se acabó la Guerra. Teníamos la comandancia central pasando Valencia, en el Convento de la Magdalena. Estuvimos en este lado el día que cortaron, cuando llegaron las fuerzas de Franco a Benicarló y Vinarós.

- La Colectividad: En Tomelloso se hicieron cuatro o cinco colectividades. La labor la juntaron, que era lo que nosotros conocíamos. Juntaron nuestras mulas, las mulas del abuelo mío se las llevaron allí e hicieron un coto, en Hervías, que era de don Goteras, e hicieron un quinto; en Santa Rita, otro quinto.

- Me acuerdo de las elecciones de la República. En un bando estaba Urbano Martínez, era abogado, un hombre revoltoso que después se fue al ejército, en el lado de los republicanos; y en el otro, José Grueso, que era alcalde.

- Urbano Martínez salvó a sesenta esa noche. Salvó a Rufinillo, al tío Vitorino Torres, a mi suegro..., los iban a matar esa noche y no los mataron por él.

- El doctor Marañés, nos juntamos al bajar el cerro de los Ángeles, que llegó herido.

- De alcaldes en la guerra se quedó Celedonio Jareño y luego Luis Jiménez, el padre de las de Navarro, de la tienda de la plaza, y otra hermana que está casada con Jesús Cano, el que trabaja en el Banco Popular.

- Se hicieron muchos billetes: de peseta, de dos pesetas... Eso son las revoluciones: muchos billetes falsos.

- Dio muchos discursos don Urbano Martínez. En 1936, a lo primero, dio un discurso en la plaza, pero él no dijo nada malo. El que dijo que las hoces no valían para segar, que eran para cortar las cabezas a los señoritos, era un tal Javier Díaz, que era gañán y tenía muy poca cultura, era de Argamasilla. Cuando se acabó la guerra fueron a por él, metió la pata porque lo escuchó todo el pueblo. A lo mejor Urbano dijo más, pero lo dijo de otra forma.

Estando en la quintería, que yo era gañán también con Benito Díaz, Albanegas. Cuando se puso a hablar de política, Federico Villena lo echó a la lumbre, que casi se quema.

Cuando se acabó la guerra, a este gañán lo llevaba un mayoral llamado Félix Carretero, que estaba con los Espinosa (Félix Carretero y Benito Urea eran de los buenos mayorales de este pueblo), lo paseó por la plaza y por el Casino ya iba chorreando, con una buena raja que le hicieron porque lo acecharon en un camino. Otro se tiró cuando lo perseguían del tejado a una gavillera y se rompió las dos piernas. La noche que se acabó la guerra nos juntamos en el ayuntamiento y al tío Peña lo metieron en una prensa y tuvo la suerte de que no tenía tuercas la rueda para bajar, si no, lo prensan.

- Estuvimos un tiempo en Cartagena, yo era el furriel, algunos se querían ir en un barco que se pensaban que era inglés, pero yo les dije que era ruso.

- Aurelio el Gorrinero tenía dinero, daba a rento a los medianos, que ni son comunistas, ni fascistas. Había un somatén donde ahora están las casas que hizo Juan Torres [en el barrio de San Juan]. Estaban los pichuleros. Don Vicente Borrell se metió con ellos, les daban dinero a los que lo necesitaban, mil o dos mil pesetas.

- Había miseria porque no valía el dinero [en realidad quiere decir que la producción se vendía muy barata y los salarios eran muy escasos]. Llevamos 9.000 arrobas y nos dieron 18.500 pesetas por ellas, «¿cuánto podía dar yo a los obreros?» Le vendí a Domecq a dos pesetas la arroba. Hasta Benito Torres el Rico, con un hermano de mi madre, llevaba cubas de vino a Cinco Casas. Cuando traían para acá cubas vacías le daban a mi tío dos reales.

José María Torres les regaló a las panaderas una caseja, un año o dos antes de la guerra. Nosotros teníamos la era pegando. Era un caballero.

- Cuando comenzó la guerra se expropiaron casas. A las monjas las metieron en casas particulares.

- A los santos los sacaron [...]jo, los Traperos y todos esos y los quemaron en el redondo de la plaza.

En la ermita de San Antón, al santo lo sacaron de la ermita y le cortaron la cabeza y Ronchamigas la cogió y se la presentó a Huevo, y luego se la llevó a Trapero. Eso daba miedo.

La Cruz Verde estaba en el edificio de la ochava, la hizo un Boni, de los del bar Alhambra.

La ermita de San Isidro, que la construyó Ramón Ugena, estaba donde la fragua de Dionisio Lara. Esa en la guerra no la quemaron. Allí se fue doña Rita a vivir cuando la echaron.

- Cuando estaba el Obrero, estaban las tertulias. Un tío mío y mis padres se criaron allí juntos.

Las Lauras eran tías del Obrero. El Hotel era un quiñón y lo compró por tres o cuatro mil pesetas, para hacer la Estación. Entonces los quiñones valían a 300 pesetas.

- Cuando la inundación de 1947 se llevaron todos los carros del pueblo. Fueron a llevar piedra para hacer un muro y cortar el agua. El agua llegó casi hasta la fábrica de los Valencianos, en la calle El Charco. Eso daba miedo. La estación no se tapió, se quedó fuera. Arrancaron hasta las piedras de Francisco Perales, toda la piedra de un cuartillejo que había en la calle del Matadero, pasando la calle de la Estación, el del Chato el Espalmao. La viga era un madero que ponían los de Argamasilla para hacer presa.

- El huracán se llevó el cercado de Montañés, por el año 1952. Hubo otro antes, era la Feria, y se llevó el turrón, el chocolate y «t’o» aquello de los muchachos se lo llevó a la plaza, y le volvía las sallas a las mujeres. «Hermano, mire usted lo que he caza’o», decían los muchachos que traían muñecas, ollas, etc.

- En Tomelloso habían sobre cuatro mil pares de mulas, ocho mil mulas. Llevaban el vino con foudres y luego con cisternas: el de don Felipe Torres, el carretón de Benito Torres, de Pérez, que era el último que quedaba.

- Los de Domecq no podían venir de Jerez a Tomelloso y los viñateros se quedaron con el vino de los viñeros, y de ahí se hicieron ricos los Casajuana. El Casajuana padre era nieto del Tío Veneno, que vivía en la calle Viillamil. Al abuelo de Casajuana lo echó a la lumbre su yerno, «¡cuanto malo no sería el tío!»

- El campo de aviación donde está la Escuela Capataces, allí teníamos algo nosotros y después de la guerra nos lo devolvieron. Franco devolvió a todos sus fincas. Ahora, al que había hecho sangre lo mataba. Los oficiales de aviación estaban en la calle del Banco de Bilbao y las niñas del pueblo se paseaban con ellos.

- Os he dicho desde que hicimos el paseo en el año 1920, con Francisco Carretero.

- La Fiesta del Árbol la hicimos dos o tres años. Íbamos los muchachos de las escuelas. Se celebraba sobre primeros de mayo, cuando hacia buen tiempo. Te daban un cachete de pan y salchichón.

8.5. Condiciones de adquisición y/o precio

Remitida(s) la(s) casete(s) al Archivo Municipal, probablemente en 1992, tras finalizar los trabajos que dieron lugar al libro "Tomelloso en la frontera del miedo".
Digitalizada(s) por María Dolores Lara Lomas en abril de 2022.
Editado el audio en junio de 2023.

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Autoridad

Cronológicos

Forma

Conjuntos de fichas