Entrevista a una antigua dama de la Caridad y a una sor del Colegio de la Milagrosa
Ficha
Audio 1 de 1
Signatura
CAÑAS_07_A_2
Serie
Entrevistas para Tomelloso en la frontera del miedo
1.3. Título
Entrevista a una antigua dama de la Caridad y a una sor del Colegio de la Milagrosa
1.4. Clase de documento
Grabación sonora
1.6. Subtítulo y/o información complementaria
Realizada por Magdalena Aliaga González y Emilia García Bolós
1.7. Mención de responsabilidad
Ayuntamiento de Tomelloso
4.6. Fecha de publicación
1990-sm-sd
5.3. Extensión y designación específica del material
1 audio (mp3):
Parte 1 de 1: 14'29" (18,48 Mb) CAÑAS_CS_07_A
5.4. Otras características físicas
Casete Normal Position, estéreo
7.4.A. Notas que complementan la información de un área determinada
El audio se grabó en parte de 1 cara (de 50') de 1 casete.
La entrevista está realizada, probablemente, en las habitaciones privadas del Colegio de la Milagrosa.
En la edición del audio se han cortado los tramos correspondientes al inicio y final de la pista, conservándose exclusivamente la grabación de la entrevista.
Se normaliza el volumen de los audios y se reduce el ruido.
La casete original se conserva en el Archivo Municipal de Tomelloso.
7.4.M. Nota de contenido
Parte 1 de 1: CAÑAS_CS_07_A:
- El reparto de alimentos. Las Damas de la Caridad han hecho mucho por este pueblo, ha sido un fermento de todo. Cuando sor Inés se marchó de hermana, nosotros teníamos catorce años, éramos pequeñas y ya íbamos a la visita de los pobres y nos decía «mis capullos». Sor Felices salía y no le importaba que fuera a pleno sol, íbamos a los cuartillejos a las salidas del pueblo donde vivían gitanos.
En las cuevas de Agapito, que estaban hacia la izquierda de la calle Mayor, había tablas puestas y hacían habitaciones, hacían un agujero en el techo para chimenea y allí vivía gente pobre. Les llevábamos mantas, asistencia con botiquín. Entonces no había coches y los jueves había cincuenta o sesenta parejas que les llevábamos arroz, lentejas, aceite, latas, pan y les hablábamos espiritualmente. Sor Felices y el sacerdote anteriormente nos preparaban un poco y dábamos esa charla durante el reparto de alimentos. A los impedidos se les visitaba y se les daba la comunión. Era como una procesión de Jueves Santo, se iba por el campo y se veía a todo el mundo cantando.
- Llovió en mayo y trajeron a la Virgen de Fátima y la pusieron en el ayuntamiento. La trajeron en tren, venía de pueblo en pueblo y, al entrar la Virgen a Tomelloso, cambió a un día maravilloso.
- Ismael de Tomelloso murió en Zaragoza de tuberculosis. Yo lo despedí en casa de Montañés, como un santo. «Yo le quiero mucho a él y a Ramoncito, Ramón Montero».
- Ramón Montero, murió como un santo. Murió con 17 años. «Tenía que haber sido santo». Falleció cuando se terminó la guerra, época en que en las primeras comuniones iban como novios y novias. Yo les preparaba para la primera comunión y les expliqué que el Señor reunió a los apóstoles para decirles lo que tenían que hacer, porque él iba a morir y dijo que al que mas quería era al discípulo Juan, su discípulo amado. Ramoncito, cuando llegó a su casa, le dijo a su madre que quería ser como el discípulo amado y a partir de ahí comenzó a ponerse enfermo. El decía que: «yo soy como el discípulo amado». Yo iba a visitarle con mucha frecuencia y cada vez iba perdiendo más y más, y su madre era consciente de ésta pérdida.
Ese día estaban haciendo migas aquí y de repente dije «voy a ver a Ramoncito» y llegué a su casa y estaba con esa agonía tan bonita y dijo su madre: «lo que viene a recoger Sor Felices». El chico tenía esa cara que presenta Jesús: de agonía y a la vez de felicidad. Me vine corriendo y se murió ese mismo día como un santo. Aquí hay gente muy importante, como Ismael de Tomelloso y Ramón Montero.
Todos los años los servicios espirituales los hacían las Damas de la Caridad. Primero las señoras y, cuando estaban templadas, cogíamos a las muchachas. ¡Y qué ejercicios hacían las muchachas! Decía el padre Pedro: «Sor Felices, que nos copa usted», ¡porque hacían unas confesiones las chicas!
Cuando venían al salón de la calle Belén las personas mayores a misa de 7, de noche, que no se veía... Aquí se han hecho muchas cosas, de manera que lo que ahora tienen ellas es todo lo que han recibido.
- Me fui a confesar y me equivoqué, el padre que yo creía que era don Eliseo me dijo: «usted viene equivocada, a quien viene usted a confesarse no soy yo». Fue muy sincero.
- El reparto de alimentos. Las Damas de la Caridad han hecho mucho por este pueblo, ha sido un fermento de todo. Cuando sor Inés se marchó de hermana, nosotros teníamos catorce años, éramos pequeñas y ya íbamos a la visita de los pobres y nos decía «mis capullos». Sor Felices salía y no le importaba que fuera a pleno sol, íbamos a los cuartillejos a las salidas del pueblo donde vivían gitanos.
En las cuevas de Agapito, que estaban hacia la izquierda de la calle Mayor, había tablas puestas y hacían habitaciones, hacían un agujero en el techo para chimenea y allí vivía gente pobre. Les llevábamos mantas, asistencia con botiquín. Entonces no había coches y los jueves había cincuenta o sesenta parejas que les llevábamos arroz, lentejas, aceite, latas, pan y les hablábamos espiritualmente. Sor Felices y el sacerdote anteriormente nos preparaban un poco y dábamos esa charla durante el reparto de alimentos. A los impedidos se les visitaba y se les daba la comunión. Era como una procesión de Jueves Santo, se iba por el campo y se veía a todo el mundo cantando.
- Llovió en mayo y trajeron a la Virgen de Fátima y la pusieron en el ayuntamiento. La trajeron en tren, venía de pueblo en pueblo y, al entrar la Virgen a Tomelloso, cambió a un día maravilloso.
- Ismael de Tomelloso murió en Zaragoza de tuberculosis. Yo lo despedí en casa de Montañés, como un santo. «Yo le quiero mucho a él y a Ramoncito, Ramón Montero».
- Ramón Montero, murió como un santo. Murió con 17 años. «Tenía que haber sido santo». Falleció cuando se terminó la guerra, época en que en las primeras comuniones iban como novios y novias. Yo les preparaba para la primera comunión y les expliqué que el Señor reunió a los apóstoles para decirles lo que tenían que hacer, porque él iba a morir y dijo que al que mas quería era al discípulo Juan, su discípulo amado. Ramoncito, cuando llegó a su casa, le dijo a su madre que quería ser como el discípulo amado y a partir de ahí comenzó a ponerse enfermo. El decía que: «yo soy como el discípulo amado». Yo iba a visitarle con mucha frecuencia y cada vez iba perdiendo más y más, y su madre era consciente de ésta pérdida.
Ese día estaban haciendo migas aquí y de repente dije «voy a ver a Ramoncito» y llegué a su casa y estaba con esa agonía tan bonita y dijo su madre: «lo que viene a recoger Sor Felices». El chico tenía esa cara que presenta Jesús: de agonía y a la vez de felicidad. Me vine corriendo y se murió ese mismo día como un santo. Aquí hay gente muy importante, como Ismael de Tomelloso y Ramón Montero.
Todos los años los servicios espirituales los hacían las Damas de la Caridad. Primero las señoras y, cuando estaban templadas, cogíamos a las muchachas. ¡Y qué ejercicios hacían las muchachas! Decía el padre Pedro: «Sor Felices, que nos copa usted», ¡porque hacían unas confesiones las chicas!
Cuando venían al salón de la calle Belén las personas mayores a misa de 7, de noche, que no se veía... Aquí se han hecho muchas cosas, de manera que lo que ahora tienen ellas es todo lo que han recibido.
- Me fui a confesar y me equivoqué, el padre que yo creía que era don Eliseo me dijo: «usted viene equivocada, a quien viene usted a confesarse no soy yo». Fue muy sincero.
8.5. Condiciones de adquisición y/o precio
Remitida(s) la(s) casete(s) al Archivo Municipal, probablemente en 1992, tras finalizar los trabajos que dieron lugar al libro "Tomelloso en la frontera del miedo".
Digitalizada(s) por María Dolores Lara Lomas en abril de 2022.
Editado el audio en junio de 2023.